silueta hombre y mujer mirándose con corazón

​​​​​​​Años después de implantarse el estudio de la inteligencia mediante el llamado Cociente Intelectual (CI), llegó la Inteligencia Emocional para destacar la importancia de las habilidades emocionales. Te contamos cómo sucedió este cambio.

PSICOLOGÍA

¿Cuándo nace la Inteligencia Emocional y por qué?

Conoce la historia de la Inteligencia Emocional y sus máximos representantes

Historia de la Inteligencia Emocional

Cociente de intelectual (CI), sí, es el mismo término que escuchábamos cuando éramos niños y nos alarmaba porque en apariencia, podría afectar nuestro rendimiento académico, colocándonos por encima o por debajo de nuestros pares, “más o menos listo, brillante, astuto, o inteligente”, diría el psicólogo norteamericano Howard Gardner (1943).

Recordemos que, hasta el Medioevo, la filosofía, la lógica, la aritmética, la retórica, la lingüística, la física natural, entre otras, se estimaban como disciplinas científicas que solo podían ser estudiadas por personas “brillantes” o nobles, ya que se suponía en ellos un alto potencial intelectual.

Pero afortunadamente, hoy sabemos que la inteligencia que mide el cociente intelectual no es la única esencial para los estudios ni para la vida. Hay otro tipo de inteligencia que permite relacionarnos mejor con nosotros y afrontar situaciones de carácter social e interpersonal: la inteligencia emocional.

¿Quiénes son los precursores de la inteligencia emocional?

El ser capaz, habilidoso, conocedor e inteligente, siempre ha sido de vital importancia en la historia de la humanidad. La sed de conocimiento se convirtió en un imperativo social que moldeó la forma en la cual nos relacionamos actualmente. Sin embargo, la inteligencia no es un concepto unívoco, más bien se ha alimentado del replanteamiento y las investigaciones que diversos autores han realizado en los últimos siglos.

Dentro de los primeros investigadores se encuentra el psicólogo inglés Francis Galton (1822-1911), quien propuso caracterizar a las personas “más refinadas y educadas por sus capacidades sensoriales especialmente agudas”, lo cual abrió el camino a considerar que la inteligencia es algo más complejo que saberse un tema de memoria y poder reproducirlo.

Pero el estudio que marcó un antes y un después en la investigación sobre la inteligencia, fue el realizado por Alfred Binet (1857-1911), quien la relacionó estrechamente con el lenguaje y la capacidad de abstracción. Con ayuda de su colega, Théodore Simón (1872-1961), crearon el primer test de inteligencia para diferenciar a estudiantes aptos, de los no aptos.

No obstante, debido a que los humanos somos seres complejos, las investigaciones sobre la inteligencia no se detuvieron allí. Más tarde, el estadounidense Louis Thurstone (1887-1955), desglosó el concepto de inteligencia y señaló 7 componentes que amplían lo contemplado hasta el momento: “comprensión verbal, fluidez verbal, fluidez numérica, visualización espacial, memoria asociativa, rapidez perceptual y razonamiento”.

Por su parte, el psicólogo suizo Jean Piaget (1896-1980), aseguró que la exactitud en la respuesta de los niños a una determinada pregunta o test no era relevante, “sino las líneas de razonamiento que invoca el niño”, de manera que lo realmente interesante sobre la inteligencia, reside en los procesos que activamos cuando razonamos, formulamos hipótesis y conectamos causas y efectos, para resolver problemas.

Continuamente, el estadounidense Edward Thorndike (1874-1949), resaltó la importancia de considerar los factores biológicos que intervienen en estos procesos. Es así como planteó que existen redes neuronales que se activan para producir comportamientos y generar procesos cognitivos como la memoria y el razonamiento.  

Representantes modernos de la Inteligencia Emocional

A mediados del siglo XX, el concepto de la inteligencia se volvió complejo, ya que los investigadores reconocieron que la misma tiene otros matices, además del académico.

Es así como nace la inteligencia emocional como concepto, introducida por los psicólogos estadounidenses Peter Salovey (1958) y John D. Mayer, cuya teoría resalta la importancia de habilidades para la percepción, facilitación, comprensión y regulación de las emociones

Como podemos observar, no fue el conocido psicólogo Daniel Goleman quien dio origen a la Inteligencia emocional. Fueron Peter Salovey y Jhon D. Mayer. Daniel Goleman (como veremos más adelante) fue quien, pocos años después, tuvo el mérito de escribir un libro llamado “Inteligencia Emocional” en 1995, con el que supo hacer popular este concepto y llegar a miles de millones de personas en todo el mundo.

El modelo Salovey-Mayer introdujo cinco componentes necesarios en la inteligencia emocional:

  1. Percepción emocional o destreza para identificar las emociones.
  2. Facilitación emocional del pensamiento o capacidad de asociación entre emociones y sensaciones.
  3. Compresión emocional o destreza para negociar y solventar problemas.
  4. Dirección emocional o comprensión de las consecuencias de los actos sociales en las emociones.
  5. Regulación reflexiva de las emociones o crecimiento personal.

Simultáneamente, el psicólogo estadounidense Howard Gardner (1943), formuló la teoría de las Inteligencias Múltiples, que se sustenta en la triada inteligencia, ambiente y campo, y por tanto da cabida a un amplio espectro de habilidades y capacidades que vuelven “inteligente” a una persona.

Para H. Gardner, cada ser humano posee una historia de vida particular que influye en el tipo de inteligencia que desarrolla o fortalece. Algunas personas tienen más habilidades kinestésicas, y por tanto les va mejor en deportes o en el baile, mientras que otros tienen una mayor capacidad empática, y por tanto se dedican a profesiones como la psicología o la educación.

Por su parte, el estadounidense Daniel Goleman (1946) escribió un libro llamado Emotional Intelligence (1995), en el cual narra la lamentable historia de un joven muy brillante, que no supo gestionar sus emociones al enterarse de que su calificación en física no le ayudaba en sus sueños de estudiar medicina y, sin pensarlo, ni menos sopesar las consecuencias graves que podrían traer a su vida, decidió ir al encuentro de su profesor y lo apuñaló.

De esto, Goleman concluye que “la inteligencia académica tiene poco que ver con la inteligencia emocional”, y que esta última es “la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestros estados racionales, la capacidad de empatizar y confiar en los demás”.

García Fernández & Giménez-Mas (2010) sintetizan los componentes de la inteligencia emocional según Goleman:

  • Conciencia de uno mismo o de los propios estados internos.
  • Autorregulación o control de nuestras emociones e impulsos.
  • Motivación o predisposición emocional conducente al logro.
  • Empatía o conciencia de los sentimientos y preocupaciones ajenas.
  • Habilidades sociales o capacidad de generar respuestas deseables.

Todo lo anterior deja entrever la importancia de la inteligencia emocional para mejorar nuestros vínculos de afecto y la forma en la cual nos relacionamos con nuestro entorno. El desarrollo de la inteligencia emocional como un factor indispensable para la empatía, es algo a lo cual todas las personas debemos apostar para crear una mejor sociedad.
 

Referencias bibliográficas

García Fernández, M. & Giménez-Mas, S.I. (2010). La inteligencia emocional y sus principales modelos: propuesta de un modelo integrador. EspiralCuadernos del Profesorado [en línea], 3(6),43-52. 

Gardner, H., (2001). Estructuras de la Mente. La Teoría de Las Inteligencias Múltiples 2001, Fondo de Cultura Económica. Colombia. ISBN: 958-38-0063-5

Goleman (1995). La inteligencia emocional. Editorial Kairós. ISBN: 7 88472453715.

Wikipedia (2020). Disponible en: es.wikipedia.org/

 

¿Te ha gustado el artículo?
¡compártelo en tus redes sociales!
¡ Síguenos !
icono-ivoox